Roberto Franco y Daniel Matapí fueron de esas personas a las que tuvimos la fortuna de conocer, pues su compromiso, sus ganas y la creencia de que sus acciones eran un granito de arena para cambiar el mundo, aportaron en nuestro trabajo y en nuestra propia vida.
Así eran ellos, dos hombres aguerridos que tenían la firme convicción de que el trabajo con las comunidades rurales, los pueblos indígenas y el mantener la identidad de los mismos a pesar de la inserción del mundo actual en las comunidades ancestrales, era el primer paso para mantener el equilibrio del planeta.
Retomar las creencias indígenas en las que los seres vivos, cualquiera que fuera, tenían un lugar en el mundo y la relación entre ellos debía ser amigable y cordial.
El trabajo de Roberto estaba enfocado al modo de vida de las comunidades de la zona de la Orinoquia y el Amazonas, con las que trabajaba de manera personal, desde adentro, día a día junto a ellos.
Daniel nunca perdió el vínculo con su comunidad indígena en el Amazonas, a donde iba llevaba consigo sus enseñanzas y se convirtió en un gran investigador, en un líder que a guiaba a las comunidades en el uso sostenible de los recursos que proveía la tierra.
Recibimos con dolor la noticia del fallecimiento de estos dos grandes hombres, y enviamos nuestras más sinceras condolencias a sus familiares, amigos, colegas y comunidades de las que hacían parte.
Hoy se fueron dos líderes, pero queda el ejemplo y un admirable trabajo por continuar.