-Crónica-
«Fue en la madrugada del 12 de junio de 2014 cuando salimos de Lorica (Córdoba) hacía Tacamocho (Bolívar) en busca de Jonás. Era una cita a ciegas, él no tenía idea de quiénes éramos y nosotros solo lo imaginábamos, pero sin importar lo que sucediera nuestro único objetivo era poder llegar con prontitud y poder atender de inmediato a un ser que lo necesitaba…
Fueron tres horas de viaje, en las que la ansiedad, los nervios y el afán nos alargaban los minutos. Las 8 am fue la hora exacta en la que llegamos al hogar de la familia Pinto, en ese pequeño corregimiento ubicado en el municipio de Córdoba, departamento Bolívar. Cuando vimos a Jonás fue exactamente, o tal vez más, de lo que esperamos.
Era frágil y pequeño, en ese entonces no tenía más de 15 días de haber nacido, no lo sabíamos con exactitud, pero lo suponemos porque su cicatriz umbilical aún se estaba sanando y su instinto de succión, esa con la que todos nacemos, ni siquiera estaba desarrollada.
A este pequeño valiente, el padre de los Pinto lo había encontrado en una poza del río Magdalena. Cuando lo halló, dice, estaba solo y no había rastros de su madre, por lo que él decidió llevarlo para su casa y con su poco conocimiento ofrecerle los cuidados que podía.
Es necesario alimentar a Jonás con leche a base de soya. Después, se alimentará de plantas acuáticas. Foto: Fernando Sierra, Fundación Omacha.
Fue entonces cuando la familia decidió comunicarse con la Corporación Autónoma de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS) y alertarlos sobre el hallazgo de un manatí recién nacido a quien seguramente le habían matado su progenitora.
Jonás estuvo durante ocho días en un tanque estrecho en el que quedaba incómodo y encorvado, sin recambio de agua (la misma agua donde estaba defecando, orinando y que además tenía que beber), amarrado de la cola para poder sacarlo y sin comer. ¿El resultado? Problemas digestivos.
La CVS decidió darle la custodia temporal a la Fundación Omacha, ONG que lleva más de 20 años trabajando con esta especie, para que comenzara el proceso de rehabilitación y nutrición, que se lleva a cabo en la Estación Piscícola de la CVS, subsede Bajo Sinú, en Lorica, Córdoba.
El pequeño valiente, pesaba 20 kilos y medía 1 metro cuando fue entregado a las entidades. Ahora y después de seis meses de esfuerzos conjuntos, no solo económicos, sino también humanos; pesa 30 kilos y mide 1,31 metros, lo que demuestra el empeño que le han puesto sus cuidadores.»
Las crías huérfanas de manatí en rehabilitación se alimentan con leche a base de soya ya que los manatíes son intolerantes a la lactosa, su periodo de lactancia dura dos años y en ese entonces se estudiará la posibilidad de liberarlo en las mejores circunstancias.
Este es Jonás, quien sobrevivió a la falta de su madre y a las malas circunstancias de vida, desde los 15 días de nacido. Un ejemplo de valentía, fortaleza y esfuerzo, que se ven reflejados a portas de cumplir seis meses de vida.