Actualmente, el fenómeno de El Niño se desarrolla en el territorio de Colombia. El Niño es un fenómeno natural de variabilidad climática asociado con la disminución de las lluvias (en relación con el promedio histórico mensual) y el aumento de las temperaturas del aire, especialmente en las regiones Caribe y Andina del país.
Una de las consecuencias de este evento climático es la reducción del cauce de los ríos afectando a la fauna silvestre que habita en sus cauces, y otros cuerpos de agua asociados, entre ellos los manatíes que pueden quedar atrapados en humedales con bajos niveles de agua.
La Fundación Omacha hace un llamado a los pescadores y comunidades que habitan en ciénagas, lagos y ríos, donde habitan los manatíes, para ayudar en casos de varamientos de estos animales:
• Poner atención al aumento de la temperatura del agua, y reportar inmediatamente cualquier anomalía a las autoridades.
• Organizar con la comunidad el suministro de plantas acuáticas, en los sitios en donde se observe que no hay disponibilidad para que los manatíes se alimenten.
• Reportar oportunamente a las autoridades ambientales y civiles, situaciones de manatíes atrapados en cuerpos de agua poco profundos.
• El manejo de los animales debe ser realizado por personal experto. Por favor, no realizar traslados de animales.
Registro de sequía en el complejo cenagoso Zarzal – El Tupe, corregimiento Evitar, municipio Mahates (departamento de Bolívar), abril 2016, y rescate de manatí durante la mencionada sequía.
El Ideam informa que este fenómeno climático se extenderá hasta abril, y será intenso entre enero, febrero, marzo y abril; siendo el segundo mes del año el más fuerte por la disminución de precipitaciones (lluvias) y aumento de la temperatura del aire.
«El modelo de predicción climática del Ideam para la precipitación estima durante el trimestre consolidado febrero-abril/24, déficits entre el 10% y 30% en áreas de Magdalena, Bolívar, Sucre, Córdoba, Antioquia, Santanderes, Altiplano Cundiboyacense, Huila, Valle, Cauca y Nariño; mientras que, excesos entre 10% y 30% con respecto a los promedios históricos en el noreste de Vichada, sur de Casanare, gran parte del Meta y noroeste de Guaviare. Para el resto del país, se estiman precipitaciones propias de la época.» según el INFORME DE PREDICCIÓN CLIMÁTICA A CORTO, MEDIANO Y LARGO PLAZO EN COLOMBIA, del 19 de enero de 2024, y agrega: «En cuanto a la temperatura media del aire se estima que para el próximo trimestre (febrero-abril/24) aumente con respecto a los promedios históricos entre +0.5°C y +3.0°C en gran parte del país.»
Bogotá D.C., 24 de octubre de 2023. Durante el Día mundial de los delfines de río, en Bogotá se firmó, por parte de representantes de los Gobiernos de los países del área de distribución de los cetáceos de agua dulce, la Declaración mundial por los delfines de río1, documento en el cual se plasma un consenso sobre las prioridades de conservación y protección de estos mamíferos acuáticos, en los países2 en donde se distribuyen, en Asia y Suramérica, en las cuencas de los ríos: Amazonas, Ayeyarwady, Indo, Ganges, Mahakam, Mekong, Orinoco y Yangtsé.
Por las amenazas que enfrentan, como la deforestación, la contaminación de los ríos y humedales donde habitan, la pérdida de conectividad de los cuerpos de agua, entre otras, todas las especies de estos cetáceos se encuentran en alguna de las siguientes categorías de amenaza: Vulnerable (VU), Peligro (EN) o En Peligro Crítico (CR) de la International Union for Conservation of Nature and Natural Resources (IUCN).
Entre las prioridades acordadas se encuentran: el esfuerzo por detener e invertir la disminución de todas las poblaciones; la implementación de medidas y direccionamiento de esfuerzos para gestionar, conservar, proteger y restaurar eficazmente los hábitats de los delfines de río; el impulso al desarrollo de la investigación científica sobre los delfines de río y el seguimiento de las amenazas; fortalecimiento del involucramiento con las comunidades locales y los pueblos indígenas; la promoción del uso y la aplicación de buenas prácticas de pesca; el trabajo conjunto con actores relevantes, para abordar los problemas de calidad y cantidad del agua que afectan a los delfines de río y la salud de la comunidad y, finalmente, la creación de conciencia, en torno a estos mamíferos, su importancia y las amenazas que enfrentan, por medio de la celebración anual del Día mundial de los delfines de río, en el mes de octubre.
Esta declaración es liderada por los gobiernos de Colombia, Bangladesh, Bolivia, Brasil, Camboya, Ecuador, India, Nepal, Pakistán, Perú y Venezuela, además cuenta con el apoyo de WWF, la Fundación Omacha, el Banco Mundial y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), así como de la Convención Ramsar, la Comisión Ballenera Internacional y la Organización de Tratado de Cooperación Amazónica, entre otras.
Los mamíferos acuáticos, entre los que se encuentran los delfines de río y una marsopa reconocidos en la declaración, se encuentran entre las especies más carismáticas e interesantes que habitan en las cuencas de algunos ríos y humedales, tanto en Asia como Suramérica.
Actualmente, en Asia se registran los siguientes delfines de río y una marsopa:
La especie Lipotes vexillifer, conocida como Baiji, fue declarada Extinto en estado silvestre (EW), en el año 2007.
Para Suramérica, se registran los siguientes delfines de río:
Con el desarrollo de tres jornadas de siembra de 3.647 árboles, palmas y mangles, la Fundación Omacha celebró, durante el mes de agosto, tres décadas de trabajo por la conservación y buen uso de la riqueza natural de Colombia.
La primera jornada se llevó a cabo en la población de Puerto Nariño (Amazonas), lugar en donde la fundación comenzó sus labores, en 1993. El equipo estuvo conformado por curacas, y familias de las comunidades indígenas, junto a los profesionales de la fundación quienes sembraron 407 plántulas de árboles nativos, entre ellos: pan de árbol (Artocarpus altilis), ojé (Ficus insipida), caucho (Hevea brasilensis) y asaí (Euterpe oleracea).
La segunda jornada se desarrolló en la Reserva Natural Bojonawi, ubicada en el municipio de Puerto Carreño, el 18 de agosto. En esta ocasión, se sembraron 1.000 plántulas moriche (Mauritia flexuosa), congrio (Acosmium nitens) y seje (Oenocarpus bataua); en un área aledaña al bosque de galería, con el fin de conectar estos bosques con el resto de los ecosistemas de la región, además de proveer refugio y alimentación para la fauna local.
La última siembra se hizo en la Antigua Ciénaga de Mestizos, ubicada en el DRMI Bahía de Cispatá, La Balsa, Tinajones y sectores aledaños al delta del rio Sinú, en Córdoba. En esta jornada, participaron diferentes asociaciones de mangleros, autoridades civiles y ambientales entre otros invitados quienes tuvieron a cargo la plantación de 2.240 plántulas de mangles: rojo (Rhizophora mangle), humo o negro (Avicennia germinans), bobo (Laguncularia racemosa) y Zaragoza (Conocarpus erectus), el pasado 29 de agosto.
En el año 1987, Fernando Trujillo viajó a la población de Puerto Nariño (Amazonas) para comenzar sus investigaciones sobre los delfines de río, cuando aún era un estudiante de biología marina de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Años después, en 1993, decide constituir la Fundación Omacha, junto a Sandra Beltrán y Sarita Kendall.
En 1993, la fundación construyó la estación biológica, en la población de Puerto Nariño, la cual ha sido el epicentro del trabajo para la conservación de la fauna silvestre amenazada y los ecosistemas donde habitan, no solo en el departamento sino en la misma cuenca del río Amazonas que fluye por Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Brasil.
Entre los resultados de este trabajo, se destaca la elaboración e implementación del Plan de acción para la conservación de los delfines de río en Sudamérica, Plan nacional para la conservación del bufeo boliviano, los planes nacionales para la conservación de mamíferos acuáticos de Colombia, Ecuador y Venezuela; así como los Acuerdos de pesca responsable para el buen uso de los lagos de Tarapoto, elaborados por el resguardo indígena TICOYA, junto a otros actores institucionales.
En estos acuerdos, las comunidades indígenas reconocen el gran valor de estos lagos y la necesidad de conservarlos para garantizar la pesca y su seguridad alimentaria.
Además, el 18 de enero de 2018, el Gobierno Nacional y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible oficializaron la designación de los lagos de Tarapoto (Puerto Nariño) como un humedal de importancia internacional – sitio Ramsar.
Para la fundación, esta designación es un gran logro porque se promueve la cooperación internacional para financiar y desarrollar proyectos de conservación de la biodiversidad en este complejo de humedales, y contribuye a la protección de la fauna silvestre de los lagos: delfines de río, manatíes, nutrias, peces, caimanes, tortugas, entre otras especies; además de los bosques y humedales donde habitan.
Actualmente, la fundación desarrolla proyectos en torno a la conservación de los delfines rosados del Amazonas: marcaje y monitoreo satelital para conocer los desplazamientos que llevan a cabo estos mamíferos, por la cuenca del río, y de esta forma trabajar en la designación de áreas de importancia para su conservación.
Adicionalmente, se llevan a cabo análisis de los niveles de contaminación de mercurio tanto en diferentes especies de peces de consumo por parte de los delfines de río, como en los mismos delfines. Los resultados de esta evaluación son indicadores del estado de salud del río.
Igualmente, junto con las familias indígenas habitantes de Puerto Nariño, el resguardo TICOYA y los lagos de Tarapoto, la Fundación Omacha desarrolla proyectos de siembras de árboles nativos para reforestar las áreas degradadas en el bosque ribereño de los ríos Amazonas, Loretoyacu y el sitio Ramsar Lagos de Tarapoto.
Por otra parte, en la Orinoquia colombiana, la fundación trabaja desde sus inicios desarrollando proyectos de investigación, conservación y educación ambiental enfocados hacia la fauna y los ecosistemas acuáticos y terrestres, en la región.
Desde el año 2004, administra la Reserva Natural de la Sociedad Civil Bojonawi la cual se establece como una iniciativa y ejemplo, desde la sociedad civil, del concepto de área para la conservación de ecosistemas naturales, bajo los principios de sustentabilidad en el uso de los recursos naturales. Además, se han generado alianzas estratégicas con diferentes actores, gracias a las cuales la reserva se ha mantenido y es un referente de investigación y conservación en la región, además de ser un punto estratégico de la Reserva de Biósfera El Tuparro.
En el 2017, esta reserva fue incluida dentro del listado de las Áreas de importancia internacional para las aves (AICA), para la Orinoquia colombiana. Actualmente, se llevan a cabo siembras de árboles nativos para la restauración de bosques de galería, en la región.
Sin embargo, el trabajo de la fundación en la Orinoquía se extiende más allá de los límites de la Reserva Bojonawi.
Desde Puerto Carreño, han partido varias expediciones científicas para navegar los ríos Orinoco, Bita y Meta. El objetivo de estas expediciones es hacer una estimación de abundancia de delfines rosados, en la cuenca del Orinoco, además de hacer registros de otras especies de fauna e identificar las amenazas que enfrentan, en esta cuenca.
Estos proyectos de conservación de los delfines de río se desarrollan en concordancia con los planes elaborados con las autoridades ambientales de la región: Plan de manejo y conservación de especies amenazadas en la Reserva de Biósfera El Tuparro, Plan de conservación del delfín de río o delfín rosado para la jurisdicción de Corporinoquia y el Plan de manejo de los delfines de río en el área de jurisdicción de Cormacarena.
Para la conservación de otras especies de fauna amenazadas y sus hábitats, en la Orinoquia colombiana, se han desarrollado diferentes programas y proyectos, entre ellos el Programa de conservación y manejo de los armadillos de los Llanos Orientales (Arauca, Casanare, Meta y Vichada) de Colombia (2012 a la fecha), Programa de conservación y manejo de tortugas amenazadas de los humedales llaneros ATSAPANI y el Proyecto de Vida Silvestre (2009 -2021).
Recientemente, gracias al trabajo de la Fundación Omacha en esta región del país en conjunto con otros aliados estratégicos, la totalidad de la cuenca del río Bita fue designada como un humedal importancia internacional sitio Ramsar, en el año 2018.
Con esta designación, el río Bita pasó a convertirse en el sitio Ramsar más grande de Colombia: más de 820.000 hectáreas, siendo la primera vez que se incluye toda una cuenca hidrográfica bajo esta categoría de conservación.
En respuesta a este gran reto, y dada la gran vulnerabilidad de esta cuenca hidrográfica y la creciente transformación a la que se encuentra expuesta en la actualidad, la Fundación Omacha ha trabajado en dos proyectos denominados TFCA o Acuerdos para la Conservación de Bosques Tropicales, entre los años 2018 -2023.
En el año 1994, la Fundación Omacha comenzó una serie de estudios sobre los delfines marino-costeros para evaluar su distribución, el uso de hábitat y el comportamiento, en el golfo de Morrosquillo. De esta forma, se inicia el trabajo en el Caribe colombiano.
El trabajo de la fundación, desde el 2003, se ha centrado en proyectos de conservación y manejo de los manatíes del Caribe, específicamente en los departamentos de Córdoba y Bolívar, además de rescates y acompañamiento técnico y profesional en procesos en Sucre, Magdalena y Cesar.
Por otro lado, en esta región se han realizado diferentes proyectos en torno a otras especies de fauna amenazadas: nutrias, primates, caimanes, tortugas de río e hicoteas, así como tortugas marinas; serpientes y aves identificadas como especies focales.
Desde el año 2008, el programa de Observadores de Fauna Marina OFM colecta información sobre la presencia y distribución de especies de ballenas y delfines, tortugas y aves marinas utilizando diferentes plataformas de oportunidad como buques de investigación, buques de control y vigilancia, buques de prospección sísmica, plataformas petroleras, embarcaciones pesqueras y de turismo.
En cuanto al trabajo por la consolidación de áreas protegidas, ha trabajado en la implementación de acciones en el Distrito Regional de Manejo Integrado DRMI Bahía de Cispatá, La Balsa y Tinajones, desde el 2014, y en el Distrito Regional de Manejo Integrado y sitio Ramsar Complejo de Humedales de Ayapel.
Actualmente, en DRMI Bahía de Cispatá, La Balsa y Tinajones la fundación trabaja, junto con otros socios estratégicos, en el programa Vida Manglar. Este programa es una iniciativa colectiva que reduce los efectos del cambio climático y conserva los ecosistemas de manglar del Caribe colombiano.
En Vida Manglar, la Fundación Omacha lidera los procesos de gobernanza local por medio capacitaciones en el desarrollo de proyectos productivos: huertas caseras, meliponicultura y ecoturismo, dirigidas a los habitantes de la bahía y asociaciones de mangleros. De igual forma, lleva a cabo actividades de restauración de manglares, junto con la comunidad. Adicionalmente, desarrolla monitoreos biológicos y acciones de conservación en torno a los manatíes del Caribe, caimanes aguja y nutrias.
Adicionalmente, lleva a cabo el proyecto MAbE Manglares de La Guajira para implementar medidas de adaptación, con el fin de proteger los ecosistemas costeros y minimizar los impactos del cambio climático. Una de las estrategias es promover acuerdos de manejo sostenible del manglar con las comunidades locales, en el departamento de La Guajira.
Finalmente, la Fundación Omacha ha trabajado con las autoridades ambientales y la Policía Nacional para mitigar una de las principales amenazas que enfrenta la fauna silvestre del Caribe colombiano: el tráfico y tenencia ilegal, por medio de campañas de sensibilización y la educación ambiental.
Los esfuerzos del trabajo comunitario por la conservación de los bosques de manglar, en la bahía de Cispatá (departamento de Córdoba), se ven reflejados en la restauración del ecosistema de manglar en esta región del Caribe de Colombia.
Desde el año 2020, ocho asociaciones de mangleros del municipio de San Antero trabajaron en la restauración de 39,2 hectáreas de manglar en los sitios priorizados: salitrales Sonia y Las Mujeres, en el sector El Dago del área protegida Distrito Regional de Manejo Integrado DRMI Cispatá, La Balsa y Tinajones.
Para alcanzar este logro, se llevó a cabo la rehabilitación de 11.400 metros de caños en un sector afectado por la hipersalinización (evento resultado de la concentración excesiva de sal) permitiendo, de esta forma, el ingreso de agua y propágulos (semillas de mangle) y el lavado por medio de la marea natural de la bahía y en la desembocadura del río; así como el intercambio de aire y nutrientes, y el desplazamiento de la fauna silvestre que habita estos humedales: aves, primates, manatíes, nutrias, caimanes, peces, entre otros.
Además, se instalaron 480 montículos de crecimiento con 5.760 plántulas y se dispersaron 18.675 semillas de mangle rojo (Rhizophora mangle) en 7,47 hectáreas; con el fin de aportar a la regeneración natural del lugar. Para verificar la eficiencia y eficacia de esta restauración, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras Invemar ejecutó el plan de seguimiento y monitoreo de la estructura y las condiciones fisicoquímicas de las áreas intervenidas.
En este trabajo comunitario se reconoció y se trabajó con el conocimiento tradicional de las comunidades mangleras de San Antero, quienes se vincularon activamente y fueron fortalecidas en su identidad como asociaciones promoviendo así el desarrollo de los procesos de gobernanza que se han venido trabajando en el territorio, en el marco del programa Vida Manglar. Las asociaciones de San Antero y Lorica que trabajaron en esta restauración comunitaria son: AMI, ASMADECOS, ASOMAGRO, la Asociación de mangleros y pescadores de Caño Lobo, ASOMAUSAN, COOPROCAÑO, COMASCAL y ASOMAPEBCA.
Los manglares son humedales marino-costeros que se ubican en los litorales tropicales del planeta, sobre suelos planos y fangosos, y aguas relativamente tranquilas. Presentan formaciones boscosas de plantas leñosas y tolerantes a la sal.
Son fuente de alimento para las comunidades que allí habitan, al proveer peces, moluscos, crustáceos, sal y miel, entre otros productos; también suministran combustibles y maderas: leña y carbón para la cocción de alimentos, madera para la construcción y reparación de viviendas, así como para las embarcaciones, artes de pesca y otras estructuras, junto con fibras naturales. Además, los manglares producen taninos para curtir pieles, así como hojas, flores, frutos y cortezas empleadas como infusiones para aliviar algunas afecciones.
Por otro lado, estos humedales propician la retención de sedimentos y la acumulación de materia orgánica, lo que favorece la consolidación de nuevas tierras; sirven como refugio de un sinnúmero de especies de fauna y flora, en parte o la totalidad de su ciclo de vida; pueden retener, recuperar y eliminar excesos de nutrientes y de elementos contaminantes que se encuentran en el agua.
Así mismo, por su ubicación, reducen el efecto del oleaje sobre las líneas de las costas e islas, formando una barrera ante la fuerza de las olas; y regulan fenómenos naturales como las inundaciones, y proveen protección ante tormentas y huracanes; también tienen la capacidad de capturar y almacenar entre siete y diez veces más dióxido de carbono CO2 que los bosques terrestres
Finalmente, son canales de transporte y comunicación para los pobladores por su red canales, caños y ciénagas; y son áreas de invaluable belleza paisajística en playas, caños y bosques para el turismo de naturaleza.
Este proceso de restauración del manglar fue financiado en el marco de la compensación ambiental de la compañía OCENSA, en la zona del DRMI Cispatá, La Balsa, Tinajones y sectores aledaños del delta del río Sinú en Córdoba; con el aporte comunitario e implementación de acciones por las asociaciones de mangleros del municipio de San Antero y Lorica, y ejecutado por la Fundación Omacha.
Además, el proceso ha contado con el acompañamiento, supervisión y vigilancia por parte de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge – CVS.
Con la frase «Cada lector de este libro se convierte en un embajador de los armadillos» Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, inició la presentación del libro Armadillos de los Llanos Orientales de Colombia, el pasado martes en la ciudad de Yopal, Casanare.
Esta publicación recoge el trabajo que realiza la Fundación Omacha desde el año 2012, por la conservación de las cinco especies de armadillos que habitan en la Orinoquia de Colombia, junto con los diferentes aliados que han participado en el Programa de conservación y manejo de los armadillos de los Llanos Orientales en estos años de trabajo.
Este es el segundo libro publicado por la fundación y el programa sobre estos fascinantes mamíferos terrestres, cuyo ciclo de vida está muy ligado a las madrigueras que construyen bajo tierra y que utilizan para refugiarse, descansar y mantener su temperatura corporal estable. Además, desempeñan un papel muy importante en la cultura llanera al ser personajes de cantos, coplas, leyendas y poemas.
El libro Armadillos de los Llanos Orientales de Colombia ⇓ se encuentra disponible para descargar en la sección Publicaciones de armadillos.
El día de hoy, a las 10 de la mañana, la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge – CVS y la Fundación Omacha rescataron una cría de manatí hembra Trichechus manatus, gracias al aviso de los pescadores y pobladores, en la ciénaga grande del Bajo Sinú, en jurisdicción del municipio de Purísima (Córdoba).
Los pescadores informaron que esta manatí llevaba tres días nadando sola en la ciénaga, cerca de las orillas del sector conocido como El Pozito. Pese a los esfuerzos de los pescadores por buscar a la madre y devolver la cría a la ciénaga, esta regresaba al sitio donde la encontraron.
Yenyfer Moná Sanabria, coordinadora de la sede Caribe de la Fundación Omacha, afirmó «La manatí fue trasladada a la estación Piscícola de la CVS, en Lorica, para hacer una evaluación médico veterinaria de su estado de salud, y así determinar el procedimiento para su rehabilitación. Esta cría tiene un peso de 22 kilos, una longitud de 115 centímetros, y presenta peladuras en sus aletas», y resaltó:
Mahates, Bolívar, mayo 30 de 2023
Carolina, la última manatí hembra (Trichechus manatus) del grupo de 10 manatíes rescatados en el complejo cenagoso Zarzal – El Tupe – Capote, en el corregimiento de Evitar (Mahates, Bolívar), en abril del 2016; fue liberada el día de ayer en la ciénaga del Zarzal en un trabajo liderado por la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique – Cardique y la Fundación Omacha, y acompañado por el grupo Protectores de los Manatíes de Evitar, Hocol S.A., la Fundación del Alto Magdalena, el Centro de Conservación de Manatíes del Caribe, asociaciones de pescadores de la región del Canal del Dique y los pobladores de Evitar.
En abril del 2016, un grupo de 10 manatíes fue rescatado por Cardique, los pobladores de Evitar y la Fundación Omacha. Debido a una larga sequía que inició a finales del 2015 y que se prolongó hasta los primeros meses del siguiente año, este grupo de animales, entre ellos Carolina, quedó atrapado en un cuerpo de agua poco profundo, en el sector de La Corriente del complejo de ciénagas Zarzal – El Tupe – Capote.
Los manatíes fueron evaluados clínicamente, y con los resultados se determinó que ocho de estos animales fueran ubicados temporalmente en el lago del Batallón de Infantería N°13, de Malagana (Bolívar). Las manatíes Carolina y Esperanza necesitaban atención médica prioritaria, por lo que fueron trasladadas a la Estación Piscícola de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge – CVS, en Lorica (Córdoba) para llevar a cabo su proceso de rehabilitación.
El equipo de expertos de manatíes (biólogos y veterinarios de fauna silvestre) de la Fundación Omacha determinó que estas dos manatíes eran crías: Carolina tenía un año de edad aproximadamente y Esperanza, alrededor de dos años. Con exámenes adicionales, se determinó que estos animales sufrían de trastornos intestinales severos y deshidratación.
A pesar de encontrarse en plena etapa de lactancia, ambas crías rechazaron el suministro de leche que sus cuidadores les proveían, por lo que fue necesario enseñarles y acostumbrarlas a comer batatilla, planta acuática que consumen estos mamíferos.
«El proceso de rehabilitación se centró en el sistema digestivo, ya que pasar tanto tiempo en aguas bajas consumieron barro y trozos de madera. Este consumo era evidente en la falta de deposiciones, y después se evidenciaron heces muy duras con evidencias de estos dos materiales, para lo cual fue necesario recurrir a varios medicamentos y seguimiento veterinario durante varios meses», afirmó Dalila Caicedo, directora ejecutiva de la Fundación Omacha.
Al finalizar esta etapa de rehabilitación, Carolina y Esperanza fueron trasladadas al lago del Batallón de Infantería N°13 de Malagana, el 1° de marzo de 2017, para continuar su proceso de readaptación a su medio natural, junto con los otros manatíes que se encontraban en este lago.
Desafortunadamente, en 2017, el manatí conocido como Gleimer, murió por causas desconocidas. El 6 de diciembre de 2019, se realizó la primera liberación grupal de manatíes del Caribe colombiano. En esa ocasión fueron liberados siete manatíes, cuatro machos: Hugo, Sebastián, Tico y Jey-Jey; y tres hembras: Lila, Isabel y Esperanza regresaron a su hábitat natural, en las ciénagas Zarzal – El Tupe – Capote. Posteriormente, la manatí Batata fue liberada en este mismo complejo cenagoso, en junio de 2022, y Carolina, la última manatí de este grupo, regresó hoy a su hábitat.
Los manatíes cumplen un papel muy importante en las ciénagas y cuerpos de agua en donde habitan: al consumir plantas acuáticas, entre el 8 y 10% de su peso al día, controlan las poblaciones de estos organismos que en exceso disminuyen el nivel de oxígeno en el agua, el cual es un elemento vital en los ciclos de vida que se desarrollan en los humedales. Además, los nutrientes de sus heces sirven de alimento para otros organismos, como los peces; y con los movimientos de sus aletas remueven los sedimentos, de los cuerpos de agua, contribuyendo así al mantenimiento de la profundidad de las ciénagas y ríos.
Sin embargo, estos mamíferos acuáticos enfrentan varias amenazas como la cacería para consumo de su carne como fuente de proteína, varamientos y limitación de desplazamientos por niveles muy bajos de los humedales ocasionados por sequías; choques y lesiones con embarcaciones de motor fuera de borda. También enfrentan la degradación o destrucción de los cuerpos de agua en donde habitan, lesiones o muerte por interacciones negativas con redes, enmalles y chinchorros y la contaminación del agua por causas humanas, entre otras.
Por esta serie de amenazas los manatíes se encuentran en la categoría En Peligro (EN) del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, resolución 1912 de 2017; y en la categoría de amenaza Vulnerable (VU), de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN.
Como parte de la implementación de acciones del Plan estratégico para la conservación del manatí en el Canal del Dique de Cardique, la Fundación Omacha ha trabajado con los estudiantes de las instituciones educativas de las comunidades asociadas al Canal del Dique, en el intercambio de conocimientos sobre los manatíes, su importancia para las ciénagas donde habitan, las amenazas que enfrentan y las oportunidades para su conservación, en esta región del país.
«Desde el año 2019, y a través de diferentes convenios establecidos con la corporación, se ha desarrollado un enorme trabajo con pescadores y otros habitantes de los municipios cercanos a esta y otras ciénagas del norte de Bolívar donde se ha identificado la presencia de manatíes. Este trabajo ha permitido un cambio de percepción frente a la misma, fomentando su valoración y cuidado. Así mismo, se han desarrollado varias iniciativas de educación ambiental dirigidas a niñas, niños y jóvenes de al menos 18 instituciones educativas, a través de las cuales se ha abordado la importancia biológica y cultural del manatí del Caribe, estableciéndola como una especie emblemática para la región y que merece el desarrollo de más iniciativas que promuevan su conservación.» afirmó Gabriel Rodríguez, licenciado en biología y biólogo de la Fundación Omacha.
Además, en la población de Evitar, con pescadores y habitantes, se formó el grupo Protectores de los manatíes. Este grupo ha apoyado las tareas de rescate y reubicación de los manatíes, en las ciénagas Zarzal – El Tupe – Capote, y en los procesos de liberación.
Al igual que la manatí Batata, Carolina lleva puesto un cinturón con un transmisor VHF para monitorear y seguir sus desplazamientos. «El seguimiento que hemos realizados a los anteriores manatíes liberados, en estas ciénagas, corrobora la información de los pobladores sobre la presencia de estos animales» afirmó Isabel Gómez Camelo, quien finalizó «Con esta información se puede determinar las áreas de uso e importancia para la conservación de los manatíes, en este complejo de ciénagas.» Adicionalmente, Cardique como estrategia para la conservación de esta especie, entre otras, dejó en ejecución un proyecto de ecoturismo, basado en la entrega de 2 embarcaciones totalmente dotadas, en las cuales se pueden realizar recorridos por la ruta de los manatíes y avistamiento de la fauna y flora en estos importantes ecosistemas. Así Cardique, a través de su director, dice misión cumplida de las promesas realizadas.
Puerto Nariño, Amazonas, mayo 12 de 2023
El manatí amazónico Moeügchi, palabra que en lengua tikuna significa «gracias», fue liberado el día de hoy en el sitio Ramsar lagos de Tarapoto (departamento de Amazonas, Colombia), después de seis años de rehabilitación.
El equipo multidisciplinario de la Fundación Omacha y funcionarios de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (CORPOAMAZONIA) determinaron que las condiciones de salud de este manatí eran las adecuadas para que pudiera ser liberado.
De acuerdo al examen clínico realizado el pasado 3 de mayo «no se observó ninguna anormalidad y se evidenció una buena condición corporal, alcanzando 190 cm de longitud y 135 kilogramos de peso. Adicionalmente, en el monitoreo comportamental se registró la disminución del interés de mantener contacto con humanos», afirmó María Jimena Valderrama, médica veterinaria de la Fundación Omacha; además «se determinó que el ejemplar se encontraba en muy buenas condiciones médicas, sin lesiones físicas ni traumas y no se evidenció presencia de enfermedad, a nivel nutricional, presenta una buena condición corporal y alerta al medio», afirmó José Luis Elizalde, médico veterinario de CORPOAMAZONIA.
Por lo tanto, el equipo de profesionales determinó que estaba listo para regresar a su hábitat natural y que pueda, de esta forma, continuar con su ciclo de vida en libertad. Para darle continuidad a su proceso de reintroducción, Moeügchi lleva puesto un transmisor VHF para conocer su ubicación geográfica y evaluar su adaptación al hábitat.
En Leticia (Amazonas), en octubre de 2017, este manatí, de la especie Trichechus inunguis, era una cría huérfana de 10 kilos de peso, que fue rescatado por unos pescadores cerca a la comunidad de la Ronda por la ribera del río Amazonas, y fue entregado a CORPOAMAZONIA donde se le realizó la valoración por parte de los profesionales biólogos y veterinarios de la Dirección Territorial Amazonas de esta entidad. Así entonces, se determinó que tenía aproximadamente 4 meses de edad, con condición corporal 1/5, deshidratación marcada, queratitis generalizada, lesiones epiteliales severas, signos de desnutrición y diarrea como síntomas de mayor relevancia, para lo cual requirió atención médico veterinaria urgente, cuidado y mantenimiento nutricional para mejorar su condición.
Posteriormente, CORPOAMAZONIA dejó en disposición provisional a la cría en el Bioparque IKOZOA (que funciona al interior del Hotel Amazon de ON VACATION en un espacio entregado y dotado por la cadena hotelera exclusivamente enfocado en la recuperación y protección de animales, en Leticia), para iniciar el proceso de rehabilitación que comenzó en un tanque de sistema cerrado, bajo monitoreo por parte de profesionales del bioparque y la autoridad ambiental. Allí era alimentado inicialmente con una leche especial sin lactosa teniendo en cuenta que los manatíes, al ser mamíferos, tienen un período de amamantamiento de dos años aproximadamente.
Durante su estancia en el bioparque, se continuó con su evaluación clínica y nutricional, toma de medidas morfométricas y pesaje para ir observando y evaluando su crecimiento.
En mayo del 2021, Moeügchi fue trasladado a la estación biológica de la Fundación Omacha, en Puerto Nariño (Amazonas), donde continuó su rehabilitación en una piscina. Durante esta etapa, comenzó su adaptación a una dieta de plantas acuáticas como: guamo, gramalote, buchón, lirio acuático, entre otros; las cuales son la base de alimentación de los manatíes. La última etapa de este proceso se llevó a cabo en un estanque en tierra, al que se trasladó en mayo de 2022, para contribuir a la transición de este manatí al medio natural.
El equipo de profesionales de la Fundación Omacha desarrolla una estrategia de socialización y divulgación de esta rehabilitación dirigida a las comunidades habitantes en el territorio, donde se distribuye esta especie, con el objetivo de contribuir a la valoración y cuidado de los manatíes amazónicos y los ecosistemas donde habitan.
Las socializaciones se han llevado a cabo con la participación del Resguardo TICOYA, los Vigías de los Lagos de Tarapoto, la Guardia Indígena Ambiental, la Alcaldía Municipal de Puerto Nariño, Ejército Nacional de Colombia y los habitantes de Puerto Nariño.
Los manatíes son considerados como especies “sombrilla”, debido a las funciones desempeñadas en los cuerpos de agua que habitan: regulan los ciclos de nutrientes, mantienen la profundidad de los cuerpos de agua, al evitar la sedimentación, además aportan al mantenimiento de la calidad de los ríos y lagunas al controlar la proliferación de plantas acuáticas, porque consumen entre el 8 y 10% de su peso al día.
A pesar de su importancia en los humedales donde habitan, los manatíes enfrentan varias amenazas razón por la cual son clasificados en la categoría de amenaza Vulnerable (VU), de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN, y en la categoría En Peligro (EN) del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, resolución 1912 de 2017; debido a la disminución de sus poblaciones, en parte por la caza para consumo y la comercialización de las crías.
La discusión no solo debe centrarse en la pérdida visible de un organismo, sino también en el valor monetario y no monetario que las comunidades locales le otorgan a la vida, y el impacto que tiene dicho organismo en el entramado de los ecosistemas acuáticos y su cosmogonía.
A propósito de la compleja rehabilitación dirigida de Moeügchi, CORPOAMAZONIA reconoce que muchas de estas especies están amenazadas por diversas actividades humanas, como la pesca y la caza indiscriminada, la contaminación del agua y la destrucción de los hábitats naturales, situaciones que demandan un trabajo comunitario, interdisciplinario, interadministrativo, gubernamental y no gubernamental para su abordaje exitoso.
Por representar un proceso novedoso y pionero en la Amazonia colombiana, estas acciones merecen ser sistematizadas y documentadas por las autoridades ambientales, los Institutos de Investigación Científica, las Instituciones de Educación Superior, las comunidades locales, la cooperación internacional, los pueblos indígenas, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil, de tal manera que sean el insumo fundamental para formular e implementar verdaderos planes de conservación para esta especie.
El 18 de enero de 2018, el Gobierno Nacional y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible oficializaron la designación de los lagos de Tarapoto como un humedal de importancia internacional – sitio Ramsar. Este reconocimiento de la Convención Ramsar promueve la cooperación internacional para la financiación de proyectos de conservación de la biodiversidad, y contribuye a la protección de los recursos naturales.
Este complejo de humedales se ubica en el municipio de Puerto Nariño y abarca una extensión de 45.463 hectáreas. En Tarapoto, se encuentran bosques de tierra firme, es decir, que no están sometidos a los regímenes de inundación; bosques de várzea sujetos a inundaciones periódicas por ríos ricos en nutrientes, llamados de aguas blancas; y bosques pantanosos o igapó, los cuales se inundan estacionalmente por aguas de ríos pobres en nutrientes, llamados de aguas negras. Además, las aguas del río Amazonas y sus afluentes, como los ríos Loretoyacu, Amacayacu, Atacuari y Boyahuassu contribuyen a que en épocas de aguas altas (entre febrero y abril), el nivel pueda ascender hasta 14 metros, y se inunden varios kilómetros de bosques.
Esta área es el hogar de 883 especies de plantas vasculares, 265 de peces, 57 de anfibios y 30 de reptiles. Respecto a la diversidad de aves, se registran 244 especies y, finalmente, para este complejo de humedales se reconocen 197 especies de mamíferos, entre ellas, el manatí amazónico (Trichechus inunguis).
Teniendo en cuenta la riqueza ambiental de los lagos y la presencia de otros manatíes, en conjunto con las comunidades locales, se decidió que el lugar idóneo para esta liberación era este sitio Ramsar. «Los manatíes fueron alguna vez abundantes aquí, al igual que los caimanes, nutrias y muchos peces, como el pirarucú. Los abuelos tuvieron la suerte de ver estos lagos llenos de vida y, ahora, tenemos la gran responsabilidad de trabajar juntos para recuperar la salud de estas áreas» afirmó Fernando Trujillo, quien concluyó: «Esperamos que Moeügchi se convierta en un símbolo en Tarapoto y sus lagos, y que entre todos lo cuidemos.»
El pasado miércoles 12 de abril, un grupo de pescadores, funcionarios de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge – CVS y los profesionales de la Fundación Omacha, liderados por la directora ejecutiva de esta organización Dalila Caicedo Herrera, registró y confirmó que la manatí María del Mar se encuentra en etapa de crianza de su cuarta cría. El encuentro del grupo con los dos manatíes, hembra y cría, se dio en el caño Román, ciénaga grande de Lorica, en el departamento de Córdoba.
Es importante recordar que María del Mar era una pequeña cría de manatí (Trichechus manatus), que fue rescatada por un grupo de pescadores el 3 de septiembre de 2009, en las costas del sector de La Balsa, San Bernardo del Viento, Córdoba. Los pescadores se comunicaron con la CVS y la Fundación Omacha para reportar este rescate. Después de un intenso y arduo proceso de rehabilitación de María del Mar, como fue bautizada por los mismos pobladores de la región, fue liberada en noviembre de 2011, en la ciénaga Grande de Lorica.
Yenyfer Moná Sanabría, coordinadora de la sede Caribe de la Fundación Omacha, afirmó que: «Hoy, María del Mar sigue dando noticias ya que después de todo un proceso de rehabilitación, liberación y monitoreo reportamos, con una inmensa alegría en el corazón y lágrimas en los ojos, el nacimiento de la cuarta cría de esta manatí en su medio natural» y agregó: «María del Mar y sus crías se han convertido en insignias de la conservación de los manatíes, en los humedales del bajo Sinú y del departamento de Córdoba.»
En el año 2015, se reportó el nacimiento de la primera cría de esta manatí. A este reporte le siguieron el del año 2017, 2021 y el actual.
«Con este cuarto nacimiento confirmamos que el proceso de rehabilitación, de María del Mar, y su adaptación a su hábitat natural han sido un gran éxito, y que el trabajo de conservación y protección de estos mamíferos acuáticos, que llevamos a cabo con la CVS, los pescadores y habitantes de Córdoba está dando sus frutos.» afirmó Dalila Caicedo Herrera.
Como parte de la implementación del Plan de manejo y conservación del manatí en la jurisdicción de la CVS, la Fundación Omacha lleva a cabo jornadas de registro y monitoreo de manatíes, en la zona del Bajo Río Sinú, año tras año.
Los pescadores reportan la presencia de individuos de manatí, en sitios de aguas bajas, en diferentes sectores de las ciénagas de la zona, pero gracias al trabajo de educación ambiental, en el marco de la implementación del mencionado plan de manejo, son los mismos pobladores quienes han llevado a cabo el rescate y traslado de los manatíes a zonas de aguas más profundas, en dos situaciones concretas.
Así mismo, en la zona de Arache, municipio de Chimá, se confirmó la presencia de un manatí que coincide con la descripción del manatí Jonás, liberado en el año 2018, en Momil. Los biólogos de la Fundación Omacha confirmaron la disponibilidad de alimento para este individuo en el área, pero también registraron los bajos niveles de agua que impiden su normal desplazamiento, por los humedales de la zona.
La comunidad de la zona ha tenido un papel clave para el monitoreo de los manatíes y son llamados, respetuosamente, “Los satélites humanos para seguimiento de manatíes” en las diferentes actividades de educación ambiental.
Los pescadores son el medio más efectivo para registrar la presencia de manatíes: informan vía telefónica algún registro, y durante los monitoreos señalan los lugares de avistamiento. Así mismo, reportan posibles problemáticas de varamiento y su preocupación por el estado de salud de los animales, o muerte de individuos por la escasez de alimento u otras razones.
«Entre los reportes que nos llegan, hay información tan importante como: “hay más de ocho por caño Román, y eso está seco”, “ayer vimos varios, por la Vuelta del Burro o los vimos por el explayado y el caño Espino”» comenta Yenyfer Moná, y agrega «Y uno de los más significativos, sin restarle importancia a los demás reportes: por allá esta María con el hijo.»
La invitación que hace la CVS y la Fundación Omacha a los pobladores del departamento es que sigan brindando información sobre la presencia de manatíes. Así pueden contribuir en los procesos de conservación de estos emblemáticos mamíferos de los humedales de Córdoba, que son indicadores de la calidad de hábitat de los ecosistemas. Los mismos pescadores afirman que: «Donde hay manatíes, hay agua y peces».
Se requiere auxiliar contable con formación tecnológica en el área contable y conocimientos en programas contables, preferiblemente Helisa, experiencia mínima de un año.
Perfil: tecnóloga(o) en contabilidad y finanzas o afines, persona responsable, proactiva, y organizada.
Funciones principales:
¿Cómo puedes aplicar a esta convocatoria?
En el mensaje del correo debes escribir una carta de presentación, explicando tu interés en enviar tu hoja de vida para trabajar en Omacha y haciendo una breve introducción sobre: experiencia específica, y otros que consideres de interés.
Tipo de contrato: indefinido.
Sitio de trabajo: oficinas de la Fundación Omacha, Carrera 20 N° 133 – 32, barrio La Calleja, Bogotá D.C.
Horario: lunes a viernes.
Salario: $1.800.00 más auxilio de transporte y prestaciones de ley.
Envía tu hoja de vida en formato PDF para preselección al correo: base_cv@omacha.org
En el asunto del correo debes indicar lo siguiente: Nombre completo del candidato(a) – Auxiliar contable.
Ejemplo: Elsa María Gómez – Auxiliar contable.
Plazo de envío: 17 de noviembre de 2023.
La Fundación Omacha se comunicará directamente con los candidatos seleccionados para continuar el proceso. En ningún caso ni bajo ninguna circunstancia se informará, por ningún medio, sobre el proceso de selección de los candidatos, ni del estado de la convocatoria.